domingo, 28 de marzo de 2010

Autumn leaves

La primavera entrante del hemisferio norte significa el inicio del otoño por estas latitudes, las lengas van amarillándose y los días menguando. La semana pasada nevó ligeramente por primera vez, una lluvia matutina se convirtió en nieve durante veinte minutos. Al día siguiente otra lluvia algo más furiosa que de costumbre se hizo granizo. El agua cambia con asombrosa facilidad de forma al alterarse alguna variable, si como dicen estamos hechos en gran parte de agua, ¿cuánto no influirán las condiciones climáticas en nuestro humor?

Marzo siempre anuncia la primavera, sin embargo este año para nosotros significa la entrada de un otoño efímero que dará entrada a un largo invierno. La realidad se impone siempre como una verdad que no necesita ser refutada, se instala en nuestra cotidianedad y dejamos frecuentemente de pensarla. El sol gira alrededor de la tierra, pensaban los griegos; marzo da entrada a la primavera, suelo uno pensar. Viajar sirve para recordar que la realidad es relativa, que fluctúa entre nuestra mirada individual y la mirada de la comunidad en la que estamos instalados, que existen infinitos individuos y comunidades, infinitas realidades. Viajar me ayuda a crecer y a poner en cuestión las verdades sobre las que me asiento, a repensarlas, a no encerrarme en dogmas.

Crecer, al menos biológicamente, va emparentado a cumplir años, y este mes de marzo he llegado a los treinta y cuatro. Con el paso del tiempo suelo huir de mi cumpleaños, creo que porque con el paso del tiempo voy rechazando más ser centro de nada, incluso de mí mismo, así que intento que no se note, que pase rápido, además suelo irme mentalmente a Laponia para escapar de la melancolía. Este año, estando físicamente donde estoy, no me ha sido posible, ni siquiera me ha hecho falta. He disfrutado de mi cumple con tranquilidad, me han alegrado los mensajes de lxs amigxs, me han emocionado el par de llamadas que he recibido, y, tan antirregalos como soy, este año me han encantado mis regalos. Mi hermano nos invitó a cenar marisco por todo lo alto, mi mami me ha regalado un pantalón de esos modernos para el invierno que me va a venir de perlas para el inminente viaje a Torres del Paine, sara me ha regalado un precioso dibujo lleno de montañas y estrellas, cris un libro de mark twain que empecé ayer, y ara, además de quererme mucho, me hizo una tarta de limón buenísima que se acercaba mucho a mi tarta preferida (la de mi tita carmita, conseguiré la receta y la colgaré un día de estos) y me sorprendió ¡¡con una guitarra!! Era lo que me faltaba para no salir de casa, estoy emocionadísimo de nuevo aprendiendo nuevas cosas, sin duda dedicar tiempo a aprender a tocar ayuda a mi felicidad treinticuatroañera!!

Por lo demás, seguimos descubriendo parajes de los alrededores, descubriendo detalles de la ciudad y disfrutando de la gente. Hemos encontrado un par de bares que nos recuerdan a las cálidas tascas del pueblo, hemos ido a un concierto de reggae local y ayer hicimos con Cris una cena española con un exquisito menú de salmorejo, papas aliñás, tortilla de patatas, pisto, humus, hamburguesas de lentejas, calabacines empanados, mousse de limón y sangría... mmmm.



Me he liado a escribir un domingo al mediodía y me dejo muchas cosas en el tintero, sobre todo la celebración el pasado miércoles 24 del día de la memoria histórica, día festivo nacional, que comentaré esta semana con tranquilidad. Un día para no olvidar todo el mal que hizo la última dictadura argentina, una historia que quiero traer al blog con más tranquilidad. ¡Hasta pronto!

lunes, 22 de marzo de 2010

Ushuaia - toma 1 - hasta mitad del s. XIX

Como ya estamos instalados y llevando un día a día normal, hoy toca una clase de geografía-historia, antes de que se me olvide todo lo que ando leyendo ultimamente.

Ushuaia es considerada la ciudad más austral (del latín australis: relativo al sur) del mundo. Si bien hay otras poblaciones más al sur, ninguna puede ser considerada ciudad, ni tan siquiera pueblo. Vive la ciudad hoy en día en parte de eso, de ser "la ciudad del fin del mundo" que es el eslógan turístico que aquí se repite hasta la saciedad. Pero el turismo no es, todavía, su industria principal, a pesar de haber muchísimo turismo. Este lugar único, ciudad relativamente joven, ha pasado por varios momentos históricos y se encuentra ahora en un periodo, diría yo, de paso de la adolescencia a la edad madura.


Nada descubro hablando de 1492, aunque hay que mencionarlo para describir un antes y un después en cualquier territorio americano. Después de Colón, durante todo el siglo XVI, empiezan a llegar europeos al continente. Primero españoles y portugueses, más tarde ingleses, franceses y holandeses sobre todo. Magallanes, portugués a cargo de una flota española, es el primero en pasar por aquí cerca, en 1520, cuando descubriera el paso entre el Atlántico y el Pacífico en lo que luego se llamaría el Estrecho de Magallanes. Ese estrecho deja al sur una isla a la que llamó Tierra de los Fuegos, en cuyo extremo sur se encuentra Ushuaia. Se supone que la expedición llamó así a esta tierra porque veían hogeras encendidas en tierra mientras navegaban. Esas hogeras eran una parte esencial de la vida de los indios nativos.

Hay cierto acuerdo (solo cierto) entre los científicos en que el ser humano llegó a América sobre el 14.000 a. C. (más o menos la fecha, milenio arriba, milenio abajo, de las pinturas de Altamira) entrando desde Siberia hasta Alaska en un momento en que el hielo lo permitió. También se supone que echaron unos 5.000 años en llegar hasta el sur del continente. Luego, supuestamente, los que llegaron hasta aquí y decidieron quedarse fueron adaptándose al lugar y formaron distintas tribus de cazadores recolectores que se hicieron con el territorio. En la zona de Ushuaia vivían los Yámana, identificados por los estudiosos como canoeros magallánicos. Básicamente se movían en este litoral marítimo, de cuyos recursos básicos vivían. Eran nómadas, hacían canoas con los troncos de las lengas y se alimentaban de mariscos y lobos marinos. Iban desnudos, usaban capas de piel de lobo marino y siempre tenían un fuego encendido. Otro día hablaré más detenidamente de los Yámana.


Así que después de Magallanes, a pesar de que pasaran múltiples expediciones por la zona, prácticamente nadie pone el pie en serio hasta la expedición de Fitz Roy en 1836, en esa expedición iba un biólogo llamado Darwin que luego daría que hablar. A partir de entonces se suceden varias misiones anglicanas dispuestas a llevar los bienes de la civilización a esos indios que andaban desnudos por la naturaleza. Pero la llegada de hombre blanco traía implícita el fin de los Yámana. En 1848 un grupo de chilenos calcula la población de la isla en unos diez mil, tres mil de ellos Yámanas. Cincuenta años después, a finales del siglo XIX, el primer censo oficial hecho por Argentina estima que viven unos cuatrocientos yámanas en Ushuaia y sus alrededores. En 1912 quedan 155 indígenas. Así pues, desde que el hombre blanco se instala, en apenas 70 años desaparece una cultura milenaria.

La historia de Ushuaia como población comienza a finales del s. XIX. Eso lo dejo para la próxima entrada.

PD: ni las fotos ni los mapas son, evidentemente, míos. Los mapas los han hecho sus autores, vete tú a saber quién (si a alguien le molesta que use sus mapas, que me lo haga saber, gracias, yo los he sacado en san imágenes de google). Las fotos son o de la expedición de Louis Ferdinand Martial de 1882 o de alguno de los viajes de Martin Gusinde alrededor de 1920.

sábado, 13 de marzo de 2010

Manualidades

La segunda semana de marzo ha servido para estabilizarnos y terminar las cosas más urgentes de la casa. El trabajo de la maestra carpintera ha sido todo un éxito y ya comemos en una mesa de verdad y tengo una mesa de trabajo. En dos semanas hemos pasado de estar en una casa vacía con dos colchones y una madera sobre dos taburetes a estar totalmente acomodados.

Hemos aprovechado un pequeño mueble abandonado bajo la casa de Cris para hacer nuestro miniarmario.

Luego una vecina nos dio un mueble reventado que también guardaba bajo su casa (aquí suelen estar parte de los cimientos al aire para guardar leña y demás enseres protegidos de la lluvia) y a Ara se le ocurrió restaurarlo forrándolo de papel de periódico con cola y luego barnizándolo. Ha quedado guapísimo y ya tenemos un baúl- asiento. Queda por terminar la tapa de arriba y unirla con unas bisagras.





Además la maestra carpintera diseñó una mesa de trabajo y unas patas para la mesa del salón. Fuimos a una carpintería y de un tablón de DM ha surgido la mesa de la oficina y las patas para la mesa grande, con un tablón de madera maciza que nos ha dado Sil.




Además de atornillar, pintar y barnizar en nuestra cabañita, tuvimos tiempo el domingo de pasar el día en el Parque Nacional de Tierra de Fuego, a solo 20 km de casa. Es increíble, es como estar en mitad de Pirineos pero a media hora de casa. Hicimos una ruta alrededor de la costa en la que se mezclaban paisajes marinos con bosques espesos, unas 4 horitas andando con un tiempo maravilloso. Y solo hicimos una ruta, ¡tenemos que aprovechar antes de que se ponga a nevar!

Y pronto viene a visitarnos Kris y ya estamos planeando irnos al Parque Nacional de Torres del Paine, en Chile,ahí al lado, a 15 horitas de nada en autobús, ¡eso es lo que tienen las distancias por estos lares!

Os dejo con la última foto de hace un rato desayunando (y en la que se ve el súper zapatero hecho con cajas de fruta) ¡ciao!

viernes, 5 de marzo de 2010

Parajes naturales

Ha entrado marzo casi sin avisar y mientras en nuestra tierra sigue lloviendo, aquí el verano va terminando sin apuro. La temperatura es suave y el sol se deja ver con frecuencia. Dormimos con la calefacción encendida y tapaditos, pero durante el día la temperatura es agradable. Todos los días se ven nubes, sol, llueve algo, hace más o menos frío... por ahora es un clima 'relindo'.

El fin de semana pasado nos dimos la primera caminata por el campo. Ushuaia está en una isla grande rodeada de canales navegables por donde los primeros exploradores europeos fueron buscando rutas para evitar el Cabo de Hornos. El Estrecho de Magallanes queda al norte, la ciudad está rodeada por un cinturón de picos nevados -las estribaciones de los Andes- y por el canal de Beagle. Esta era una tierra de nativos Ona y Yámana. Los primeros exploradores europeos a partir del s. XV y los pobladores argentinos en el s. XIX contribuyeron a exterminar a toda la población nativa. En la primera mitad del s. XX ya no quedaba ninguno. Seguiré contando sobre esto porque estoy dedicando parte de mis días a leer sobre la historia de Tierra del Fuego.

Decía que estuvimos el fin de semana de caminata hacia Laguna Esmeralda con Cris, Sil, Julia y Sabrina. Un camino precioso de unos diez minutos en coche y un par de horas andando a través de bosques de lengas y ñires y por turberas. La turba, uno de los paisajes característicos de la zona, viene a ser como un campo de coliflores de muchos colores, son musgos que se van acumulando sobre antiguas lagunas en un ambiente muy ácido que no permite otra vegetación. Está blandito y mojado, toda una experiencia y una prueba de fuego para las botas que me había comprado el día antes. Resistieron con creces. Pasamos por un río con muchas castoreras, resulta increíble ver el trabajazo que se pegan los castores cortando troncos y haciendo presas en el río. Los castores fueron introducidos desde Canadá para producir pieles, pero al no hacer aquí tanto frío y no generar los castores pieles suficientemente gruesas, el negocio se fue a pique. Los castores se hicieron fuertes y ahora andan reventando bosques y ríos.



Unos días después dimos un paseo por Playa Larga, a 5 minutos en coche, con Michel y Tomy, un vecinillo de la calle de 8 años con el que me he jugado un solo ajedrez y me dio jaque mate en diez minutos. Unos cracks estos niños argentinos. Así que disfrutamos andando y charlando por estos parajes hermosos, verdes, marinos. Y además Michel nos estuvo dando unas clases básicas de fotos para poder empezar a sacarle jugo a la Nikon D-40 que nos pillamos antes de venir. Este fin de semana pretendemos ir al Parque Nacional, seguiré contando.



Ahora mismo es casi media noche y suenan pasos en el tejado de la casa: están allí subidos Ara con Julia y Sara, la hija de nuestros caseros, aprovechando que la noche está despejada, mirando estrellas y aprendiendo con el mapa de estrellas del hemisferio Sur que nos regaló Rocio antes de irnos de Sevilla. Yo tengo demasiado frío para aguantar más de 5 minutos en el tejado, así que aprovecho para terminar esta entrada.