sábado, 24 de abril de 2010

Torres del Paine y El Calafate

Llueve fuerte en Ushuaia un sábado por la mañana. Las nubes se cierran sobre el mar con una luz extraña, poderosa, los árboles acrecentan sus colores otoñales bajo la lluvia. Recién llegado de un viaje de diez días, la mejor manera posible de pasar un sábado por la mañana es encerrarse en casa a recuperar fuerzas.


Ya se ha acabado el primer viaje serio desde que estamos aquí, ya vimos y descubrimos mundos nuevos, ya vi la Patagonia, horas y horas de marrones y amarillos tras las ventanas del bus. Ya se fue Kris, la dejé en un albergue de una ciudad artificial creada alrededor de una maravilla natural desproporcionada. Me volví, triste, en un bus infinito, echando de menos intensamente a todo mi mundo en España, con ganas de volver a una casa con sabor a mediterráneo, con abrazos de seres queridos, con primavera. Es, quizá, lo único malo de que vengan a verte desde lejos: que se van, y te dejan con ganas de más, la nostalgia se apodera de ti, las preguntas te asaltan, los tiempos se tambalean. ¿Por qué estoy aquí? En parte por esto, para saber qué tengo en el sitio que elijo, para verlo claro, para discernir lo principal de lo accesorio, la verdad de la costumbre. Pero afortunadamente volví a casa y andaba el otro Cris por aquí, una sonrisa amiga. Después de una ducha caliente volvió Ara de sus cursos y la tristeza se disipó, la aventura continua.

Hemos disfrutado de diez días maravillosos. Nos subimos en un autobús de madrugada, recorrimos toda la Isla de Tierra del Fuego por la noche, cruzamos la frontera con Chile -en mitad de la isla- ya amanecidos, atravesamos el Estrecho de Magallanes acompañados por delfines juguetones, el día soleado nos regalaba un cielo infinito bañado de nubes que se hacían reinas del paisaje. Llanuras enormes, guanacos y ovejas, ñandúes y flamencos rosas, a veces promontorios y lagunas llenas de aves que parecieran, desde el bus, el paraíso.

Llegamos por la noche a Puerto Natales, una antigua localidad pesquera volcada en la actualidad en el turismo de montaña. Se trata de la última localidad antes del Parque Nacional de Torres del Paine, lugar donde pasaríamos 5 días y 4 noches: picos de hasta 3.000 metros, valles, ríos, lagos -enormes y preciosos lagos- y, sobre todo, el glaciar Grey, objetivo de nuestra ruta.

Al límite de la carretera de ripio empiezan unas sendas bien señalizadas que van a baja altura. Existen varios circuitos señalizados, muchos servicios tipo campings o refugios, un lugar ideal para iniciarse en la montaña en el que resulta difícil perderse, aunque también resulte difícil sentirse solo en la montaña. Planeamos jornadas de unos 12 kilómetros de media, llevamos comida para 4 días y dormimos en los refugios.El tiempo empezó soleado y fue empeorando con el paso de los días: la vuelta la hicimos bajo una agradable nevada que nos despidió tiñendo de blanco todo el entorno. Disfrutamos de lo lindo los tres en jornadas de unas cinco horas de marcha, a un ritmo muy tranquilo, contando con las tardes para descansar y cocinar en los refugios. Al cabo de tres días de marcha llegamos al glaciar Grey, una lengua de hielo milenario que atravesaba un valle hasta donde se confundía con las nubes, un espectáculo impresionante de la naturaleza que nos tuvo maravillados un par de días. Azules indescriptibles sobre un merengue de hielo totalmente nuevo para nuestros ojos. Cinco días espectaculares llenos de conversaciones, paisajes, charlas esporádicas con caminantes, barro, suciedad, comida sencilla y sabrosa, frío, lluvia, sensaciones, descubrimientos, camino.

Volvimos a Puerto Natales y Kris nos invitó a una exquisita cena en un restaurante local, buscamos sin éxito un pub donde tomarnos la última cerveza. Dormimos agotados. Grandísimas sensaciones en lo poco que conocimos de Chile. Por la mañana temprano Ara se volvió a Ushuaia y Kris y yo hicimos unas 5 horas de bus hasta llegar a El Calafate, de nuevo en Argentina, localidad más cercana al famoso Perito Moreno, uno de los glaciares más importantes del mundo. A pesar de haber llegado unos días antes por nuestros propios pies a un glaciar solitario, a pesar de ir predispuesto a que el Perito Moreno y todo el guirigay turístico montado alrededor me iban a defraudar -porque realmente llegas en autobús al frente del glaciar y hay montado todo un entramado de pasillos de madera y metal para que las abuelas puedan verlo-,a pesar de todo eso, es espectacular, grandioso, absorbente. Una enorme masa de hielo con paredes gigantescas, vivo, que respira, sonríe, eructa, escupe, defeca, llora, grita, calla. Sin duda, a pesar de mis prejuicios, merece la pena.


Otro viaje, otros mundos, otra despedida, otros caminos recorridos… nuevos caminos que soñar.

PD: Anotaciones prácticas para quien venga por aquí en el futuro y se plantee un viaje similar. Tiempos y precios calculados aproximadamente. No olvidar que hemos hecho este viaje en temporada baja y que los precios se pueden incrementar bastante en temporada alta, calculo que sobre un 30 % de media.
Bus Ushuaia- Puerto Natales: 14 horas, 50 €.
Noche pensión en Puerto Natales: 8 € con desayuno incluido.
Entrada Parque Nacional Torres del Paine: 15 €.
Noche refugio en el Parque Nacional: 15 € sin desayuno.
Catamarán para salir/entrar al Parque Nacional: 15 €.
Cena en restaurante Puerto Natales: 10 € por persona.
Bus Puerto Natales-El Calafate: 5 horas, 12 €.
Noche en albergue de mochileros en El Calafate: 9 € con desayuno incluido.
Bus al Perito Moreno: 2 horas, 18 €.
Entrada al Parque Nacional del Perito Moreno: 18 €.
Cena en restaurante El Calafate: 10 € por persona.
Cerveza o café en El Calafate: 2 €.
Bus El Calafate – Ushuaia: 18 horas, 55 €.

martes, 13 de abril de 2010

amigos y viajes

Abril ha venido comiéndose el tiempo y sin darme cuenta ya estamos a mitad de mes. El inicio de mes vino tranquilo y de pronto se revolucionó. El día 8 fue a la vez el cumpleaños de Ara y el día de la llegada de nuestra primera visita: la amiga Kris. Así que estos días han pasado volando.

La familia que nos acompaña en Ushuaia quiso estar con Ara en su cumple y entre todxs organizamos una fiestecita sorpresa que no se esperaba y en la que nos reimos mucho. Hubo globos, sorpesas, regalos, pizzas caseras, canciones, poemas, risas... ¡y hasta jamón recién traído de España!

El resto de la semana lo he pasado sin separarme apenas de Kris, exprimiendo al máximo su compañía. Amiga y compañera infatigable, además de colega de profesión, compartimos principios vitales y llevamos vidas paralelas. Kris y Álvaro son además una fuente de inspiración de este año aquí. Ellos decidieron hace un par de años dejarlo todo en Barcelona y realizar su sueño de viajar por Sudamérica. Después de prepararlo un tiempo, dejaron trabajo y casa y se fueron de valientes durante tres meses dejándose llevar por el continente. Al volver a España no tenían nada fijo, pero empezaron de nuevo a buscar en Barcelona y al poco tiempo tenían una casa más bonita, un trabajo mejor... y una experiencia inolvidable que querían y consiguieron vivir. Podría haberles salido mal, pero lo intentaron, proyectaron toda su energía positiva, vivieron su experiencia y siguieron sus vidas con menos miedos. Y a mí eso me sirvió mucho para atreverme con esto, y desde aquí se lo agradezco a ese par de grandes viajeros (mientras Kris se hace la Patagonia, Álvaro está ahora unos días en México...).

Kris ha traido consigo unos días maravillosos de sol y hemos aprovechado para pasear por playa larga y... ¡ver lobos marinos nadando! Al día siguiente convencimos a Ara para hacer un poco el guiri y salimos en barquito de excursión por el Canal de Beagle... ¡y ver de cerquísima a esos lobos! Es impresionante eso de ver animales salvajes en su hábitat, no sé a qué responde, pero uno se queda abobado a pesar de saber que está haciéndo escandalosemente el guiri. Lo de los lobos y los cormoranes ha sido una de las cosas que más me ha impresionado ver (además del día que me crucé con Maribel Verdú...).

Mañana nos vamos a Torres del Paine, un parque nacional en Chile, a unas 15 horas en bus desde Ushuaia. Aguárdabamos la llegada de Kris para emprender un nuevo viaje, cortito, a la medida de las posibilidades temporales del momento. Vamos a atravesar toda la Isla de Fuego y parte de la Patagonia chilena, por fin podré ver el paisaje que nos rodea. Vamos a estar cuatro días en la montaña haciendo rutas cómodas de unas cinco horas de duración. Luego iremos un par de días al famoso glaciar Perito Moreno :-) Después de un mes y medio parados, recupero la sensación de viaje, volver al camino me sienta bien. ¡A la vuelta contaré todo lo que he visto, hasta pronto!