Potosí inscribe su nombre en el mundo debido a su Cerro Rico (Sumaq Urqu en Qechua), un monte que tuvo las vetas de plata más importante del mundo. Los españoles empezaron a explotarlo en 1545 y aún hoy la minería sigue siendo una de las actividades económicas más importantes de la ciudad. Los españoles esclavizaron a los indígenas (se calcula que murieron unos 15.000 en las minas) y cuando estos faltaron, comenzaron a traer a esclavos de África hasta que se agotaron las principales vetas de plata.
En el siglo XVII, Potosí era una de las principales ciudades del mundo y contaba con unos 200.000 habitantes, bastante más que Sevilla, Londres o París. Hoy en día es Patrimonio de la Humanidad y cuenta con numerosas casas e iglesias coloniales que la dotan de una singular belleza. Además está a 4.000 metros de altura, cuesta bastante pasear por sus calles en cuesta, en medio de sus mercados abarrotados.
Encontré un albergue de mochileros lleno de extranjeros, y tras el tiempo en solitario y sabiendo que pronto encontraría a Mamé y Laura, pasé unos días más extrovertidos y me fui juntando con distintos viajeros para ver la ciudad. Es increíble el número de personas que viajan solas, que se pasan de 2 a 6 meses dando vueltas por el continente. Es algo que anima al más miedoso. Potosí pasó por tanto rápido, entre charlas y cervezas. Decidí visitar las minas por dentro, uno de los atractivos turísticos de la ciudad, aunque no estaba muy convencido. Di con una empresa turística formada por exmineros, y después de mucho charlar y escuchar su historia, les ayudé a montar un blog. Son seis socios: cuatro exmineros en torno a los 30 años y dos mineros, que empezaron hace dos meses la aventura de intentar montar su propio negocio turístico. Evidentemente andan muy perdidos y no cuentan con muchos conocimientos en internet, me cayeron bien y me pasé una mañana con ellos ayudándoles a diseñar su blog, lo podéis visitar pinchando aquí.
La visita a las minas fue algo que me es imposible describir, todavía no lo he asimilado. Ir a ver cómo trabajan los mineros no me parece éticamente aceptable, por mucho que se beneficien en parte de las visitas. Estuvimos casi un par de horas dentro de una mina, un calor horrible, nos íbamos cruzando a mineros empapados en sudor tirando a mano de vagones de dos toneladas de minerales por túneles por los que hay que ir agachados, trabajando como burros a temperaturas imposibles por un sueldo miserable.
Por fin llegaron Mamé y Laura y tras las alegrías y abrazos, fuimos a un bar a contarnos la vida hasta que esperábamos el tren nocturno. Tras unas cuantas horas bebiendo cervezas y poniéndonos al día, nos montamos en un tren nocturno que nos dejó al amanecer en Oruro, ciudad que decidimos no visitar, nos montamos directamente en un bus que nos dejó a mediodía en La Paz.
PD: y ya volvemos a tener de todo después de diez días sin guía, sin móvil y sin cámara... ¡qué bien sientan los amigos!
¡¡¡¡¡qué bien qu esteis ya juntitos y no esteis en terraplenes ni con menos órganos!!!!!
ResponderEliminaroléeeeee
Qué felices se os ve!! disfrutad mucho y mandadme una postalica!!!
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