domingo, 13 de junio de 2010
Luis España, maestro
Luis Manuel España Ximénez de Enciso nació en Melilla el 2 de febrero de 1947 y murió en Melilla el 5 de junio de 1995. Luis España, maestro, murió antes de tiempo, si bien tuvo tiempo de vivir con intensidad. Morir, en realidad, es solo un pequeño detalle en la vida de una persona.
Luis era un hombre guapo, inteligente, sensible, cariñoso. Miraba el mundo, detrás de sus ojos verdes, con alma de poeta y espíritu soñador. Era, como decía su amigo Antonio Machado, un hombre, en el buen sentido de la palabra, bueno. Como él, vivió ligero de equipaje y nada le debía al mundo cuando emprendió su último viaje. Si acaso, el mundo le debía toneladas de amor.
Hijo de tendero y ama de casa -Manolo y Paquita- nació en una familia humilde de un peculiar pueblo fronterizo. Su hermana mayor -Carmita- creció en un mundo más cercano a la antigua España de la posguerra, su hermana menor -Macu- creció en un país que empezaba a acercarse a Europa. Luis creció en una familia civil de un pueblo militarizado venido a menos, cuando ya el protectorado español de Marruecos dejó de ser tal y Melilla se convirtió en un polvorín de una dictadura militar eterna.
Adolescente inquieto e inteligente, de cabellera rizada y lengua ingeniosa, la ropa militar no fue de su agrado y la obediencia ciega no iba con él. Algún maestro aconsejó a su familia que hiciera el esfuerzo de enviarlo a la capital a estudiar. Así recaló en la Universidad Agrónoma de Sevilla donde entrara en contacto con el mundo del teatro y de la poesía, y más que estudiar se dedicara a las artes y a la vida. Hemos de creer que allí entró en contacto con las ideas que definirían su pensamiento futuro, convirtiéndose en un socialista de los de nueva hornada, esos que soñaron en derrocar una dictadura y lo consiguieron; esos que con gran esfuerzo y solidaridad ayudaran a construir una España nueva, con hambre de futuro y vitalidad tras cuarenta años de letargo.
Pero la vida en Sevilla no daba para ser estudiante trovador e hijo de familia humilde y así volvió a Melilla a descubrir su gran pasión, que no sería la política sino la educación. Se hizo Maestro y como tal vivió ya el resto de su vida. Maestro, la profesión más respetable e indispensable del mundo. Formó parte de la generación de jóvenes educadores que tuvieron que renovar todo el sistema educativo del país en que nacieron, dotándolo de contenidos modernos y nuevas metodologías. Formó parte de un grupo de maestros ejemplares, que con muy pocos materiales y muchas ganas, ideas, amor y esfuerzo educara a una nueva generación de ciudadanos, que ellos soñaban libres.
Entre medias, un día de feria se fijó en una hermosa chica de tez blanca y melena morena. Consiguió sacarla a bailar mirándola fijamente con sus ojos verdes mientras sonaba una balada de los Beatles que sellara su amor, de un flechazo, para siempre. Fueron compañeros de por vida y continuaron el camino juntos. Tuvieron dos bebés en los años setenta: el primero más guapo, más activo, más decidido; el segundo más tranquilo, más observador, más diplomático. Los niños, que conocieron a su padre con una hermosa calva, no supieron sino mimetizarse en dos adultos calvitos y sonrientes.
Luis y Mariví anduvieron juntos de la mano por muchos caminos. Pasado el furor de los primeros ochenta, decidieron no quedarse parados y descubrir nuevos rumbos, dejando a un lado una vida cómoda y conocida para vivir otra con nuevos desafíos. Cogieron a sus hijos y se fueron a Francia, no como aquellos españoles de la postguerra que necesitaban emigrar para comer, sino liderando a una nueva generación de viajeros nacionales que iban al encuentro de Europa mirándola de tú a tú, profesionales intelectuales a la conquista de su propio destino. En Lyon pasaron tres felices años, aprendiendo a mirar al mundo sin complejos, viajando, conociendo Europa, sonriendo.
Volvieron a Melilla a las puertas de los noventa, ricos en idiomas y experiencias, listos para afrontar la última década del siglo. Luis tuvo tiempo de estar en nuevos colegios y luego pasarse al equipo de gestión de la educación provincial donde introdujo nuevos proyectos como la coeducación o la educación para adultos.
Luis era un hombre bueno, alegre, sonriente, lleno de amor, generoso, creativo, emprendedor, soñador. Tenía alma de poeta de los que le cantan a la vida, de los que se emborrachan viviendo, de los que contagian la maravilla de la vida. Esta semana se han cumplido quince años de su muerte. Pero qué importancia tiene la muerte si él, realmente, sigue tan vivo en todos los que le quisimos.
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PD1: Muchos de mis amigos que leen este blog me conocieron cuando mi padre ya no estaba, así les acerco brevemente a mi querido papá. Pero escribo esto sobre todo para Darío y Luna. Lo escribo porque hace pocos meses, mientras íbamos de la mano por el parque, Darío me dijo con total naturalidad: “Tito, ¿Cuándo puedo ir al cielo a conocer al abuelo Luis? ¡Que quiero conocerlo!”. Tienes que visitarlo con la imaginación -le dije- y pensé que ojalá su abuela, su padre, su tío, toda su familia y amigos que trataron con su abuelo, fuésemos capaces de dejarle unas semillitas de lo que fue su abuelo. Y pensé que su abuelo vivió en un mundo sin internet, y busqué su nombre en Google y no estaba, así que ahora su abuelo ya existe también en internet.
PD2: Le he robado el título del post a Carlos Salem, un novelista de éxito en nuestros días, que en el 95, siendo director de un diario local y sin conocer personalmente a mi padre, publicó unos días después de su muerte una necrológica hermosísima en la que hablababa de Luis España, maestro, por lo que había intuido de él a través de los artículos que publicó en el periódico en sus últimos meses de vida. Cuando vuelva a España y revuelva entre mis papeles, la subiré a este blog.
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...y digno hijo, Sergio: alegre, sonriente, lleno de amor, generoso, creativo, emprendedor, soñador, positivo, sensible, valiente,sincero ,libre, con una increible capacidad de crecer...de esos que viven la vida en el momento presente, sin culpas ni complejos.
ResponderEliminarSergio, sabes que todos los que tuvimos la enorme suerte de vivir la vida junto a él(era mi padrino, mi tío, mi consejero, gran referente y...uno de los hombres de mi vida)nunca lo olvidaremos y, Darío y Luna, ten por seguro, que sabrán mucho de él. Al igual que mis dos hijos: Pablo y Alba que bien que lo conocen ya. Era único, una persona especial que tuvo dos hijos, Javi y Sergio igualmente especiales,;seres humanos excepcionales, auténticos. Os amo.
ResponderEliminarCon las semillitas de lo que fue tu padre que tú puedes dar, tus sobrinos pueden volver a hacer brotar los jardines colgantes de Babilonia. A mí me has ayudado a hacer brotar un huerto muy majo del que me alimento cada día.
ResponderEliminarBuen hombre y buen maestro, si señor! Tuve la suerte de conocerlo, como padre de mi amigo, excelente persona, y un gran profesor, de esos pocos que saben llegar a los alumnos y motivarlos. Se fue muy pronto, pero dejó una huella enorme.
ResponderEliminarSergio, ten por seguro que no sólo os parecéis a tu padre por ser esos dos calvitos en los que os habéis mimetizado. No tuve la suerte de conocerlo en persona, pero gracias a Javi, a ti, a tu madre y al resto de los que lo conocieron me hicisteis quererlo igual que os quiero a vosotros … Darío y Luna lo conocerán y lo querrán igual, que no te quepa la menor duda ... Un besazo!!!
ResponderEliminarque vueltas da la vida! (la vida de personas que tienen inquietudes y curiosidades!)
ResponderEliminarni que decir tiene que me hubiera gustado también conocerlo. Me lo he imaginado muchas veces. Y conoceros a vosotros con él.
Me encantala foto!
Que carta más bonita Sergio.No hemos podido dejar de emocionarnos.Sin duda una persona excepcional de las que hay pocas.Todavía puedo recordar su mirada y su voz tan especial como si estuviese a mi lado.
ResponderEliminarEn mi casa siempre ha estado y estará su foto,su presencia ,accesible para que nos siga trasmitiendo su energía por la vida, que tanto le sobraba.Siempre será nuestra familia y un gran referente.
Muchos besos de Fernandito y MºCarmen.(Hoy tengo a mi madre de niñera en Málaga)
Muchas gracias Sergio por tu entrañable carta a nuestro siempre queridimo Luis España. Nos ha emocionado.Conocí a tu padre cuando eramos niños, desde siempre ha sido y será un referente en mi vida.¿Como actuaría Luis, o que díria Luis?.Trato de imaginarlo y Luis vive y vivirá siempre en mi vida, por bueno, alegre, afectuoso,y muy inteligente.
ResponderEliminarSergio te mandamos un beso, también para nuestra querida Mariví,y para Javi y familia.
Os queremos.
Muchas gracias a todxs por vuestros comentarios, que llenan de calor y de sentido a estos recuerdos. Y un abrazo especial a Mª Carmen, a Fernando, a Teresina, a Juan Antonio, que tan importante fuistéis en la vida de vuestro amigo Luis, bienvenidxs al blog y espero que nos vemamos pronto!! Y Fernandito, qué decirte, habrán pasado ya 20 años desde la última vez que nos vimos cara a cara!!! Un gustazo leerte por aquí. Ahora que has vuelto al sur seguro que nos vemos pronto por Estepona!! Besos a todxs!!
ResponderEliminarMe ha encantado, lo conocí sólo un poco, pero sólo hace falta verte a ti para ver lo grande que seguro fué y aún es,un abrazo y estamos en contacto. AntonioZ...por cierto...lo que me faltaba a mi era engancharme a un blog de internet sabes?jajajaja
ResponderEliminarqué emoción, no sabía...
ResponderEliminarun beso pedagógico y grande y.. qué grande eres cojones!!