La primavera entrante del hemisferio norte significa el inicio del otoño por estas latitudes, las lengas van amarillándose y los días menguando. La semana pasada nevó ligeramente por primera vez, una lluvia matutina se convirtió en nieve durante veinte minutos. Al día siguiente otra lluvia algo más furiosa que de costumbre se hizo granizo. El agua cambia con asombrosa facilidad de forma al alterarse alguna variable, si como dicen estamos hechos en gran parte de agua, ¿cuánto no influirán las condiciones climáticas en nuestro humor?
Marzo siempre anuncia la primavera, sin embargo este año para nosotros significa la entrada de un otoño efímero que dará entrada a un largo invierno. La realidad se impone siempre como una verdad que no necesita ser refutada, se instala en nuestra cotidianedad y dejamos frecuentemente de pensarla. El sol gira alrededor de la tierra, pensaban los griegos; marzo da entrada a la primavera, suelo uno pensar. Viajar sirve para recordar que la realidad es relativa, que fluctúa entre nuestra mirada individual y la mirada de la comunidad en la que estamos instalados, que existen infinitos individuos y comunidades, infinitas realidades. Viajar me ayuda a crecer y a poner en cuestión las verdades sobre las que me asiento, a repensarlas, a no encerrarme en dogmas.
Crecer, al menos biológicamente, va emparentado a cumplir años, y este mes de marzo he llegado a los treinta y cuatro. Con el paso del tiempo suelo huir de mi cumpleaños, creo que porque con el paso del tiempo voy rechazando más ser centro de nada, incluso de mí mismo, así que intento que no se note, que pase rápido, además suelo irme mentalmente a Laponia para escapar de la melancolía. Este año, estando físicamente donde estoy, no me ha sido posible, ni siquiera me ha hecho falta. He disfrutado de mi cumple con tranquilidad, me han alegrado los mensajes de lxs amigxs, me han emocionado el par de llamadas que he recibido, y, tan antirregalos como soy, este año me han encantado mis regalos. Mi hermano nos invitó a cenar marisco por todo lo alto, mi mami me ha regalado un pantalón de esos modernos para el invierno que me va a venir de perlas para el inminente viaje a Torres del Paine, sara me ha regalado un precioso dibujo lleno de montañas y estrellas, cris un libro de mark twain que empecé ayer, y ara, además de quererme mucho, me hizo una tarta de limón buenísima que se acercaba mucho a mi tarta preferida (la de mi tita carmita, conseguiré la receta y la colgaré un día de estos) y me sorprendió ¡¡con una guitarra!! Era lo que me faltaba para no salir de casa, estoy emocionadísimo de nuevo aprendiendo nuevas cosas, sin duda dedicar tiempo a aprender a tocar ayuda a mi felicidad treinticuatroañera!!
Por lo demás, seguimos descubriendo parajes de los alrededores, descubriendo detalles de la ciudad y disfrutando de la gente. Hemos encontrado un par de bares que nos recuerdan a las cálidas tascas del pueblo, hemos ido a un concierto de reggae local y ayer hicimos con Cris una cena española con un exquisito menú de salmorejo, papas aliñás, tortilla de patatas, pisto, humus, hamburguesas de lentejas, calabacines empanados, mousse de limón y sangría... mmmm.
Me he liado a escribir un domingo al mediodía y me dejo muchas cosas en el tintero, sobre todo la celebración el pasado miércoles 24 del día de la memoria histórica, día festivo nacional, que comentaré esta semana con tranquilidad. Un día para no olvidar todo el mal que hizo la última dictadura argentina, una historia que quiero traer al blog con más tranquilidad. ¡Hasta pronto!
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Un día de estos te la como. Recuérdamelo.
ResponderEliminar... viajar te recuerda que la verdad es relativa..preciosa y cierta reflexión
ResponderEliminarYo desde mi silla de estudio te doy las gracias por permitirme/ permitirnos viajar a traves de tu blog, es un placer
Grazzie y Felicidades Atrasadas ;-)
Me pido "segun" después de Paco.
ResponderEliminarSe te echa de menos, maldito calvo.