jueves, 16 de diciembre de 2010

vuelta a la ciudad. fin de la era 1 de hora del sur.

...y volví a la ciudad, llovía en Sevilla y hacía frío, pero para ahuyentar al tercer invierno seguido estaba toda la familia sevillana recibiéndome en cálida acogida. La vuelta a Sevilla significa poner un pie en el futuro, y el futuro no se puede contar porque todavía no ha sido, y lo que no es no tiene cabida en un blog que ha servido para relatar lo que ya había sido. El futuro es el abono de los sueños, y los sueños tendrán cabida en otros espacios y otros formatos, pero no los veo en este blog. Aún así, este medio de comunicación personal no se cierra, me da la impresión de que todavía lo necesito. Simplemente, va a dejar de contar cosas muy personales, para pasar a contar personalillas, pensamientos o eventos más relacionados con el día a día del mundo: si escucho un discazo y me apetece compartirlo, HS puede ser un buen sitio; si leo una noticia y me apetece comentarla, HS puede ser un buen sitio; si hay algún evento que quiero compartir, HS puede ser un buen sitio. Así pues, seguiré estando por aquí si os apetece visitarme...

Y cómo ya sólo tengo la cámara del móvil y nadie me ha mandado fotos de los encuentros comunales de Sevilla y Cazorla, cierro esta era 1 con estas tres grandes personajas tan importantes en mi vida, ¡qué bueno volver a veros, gracias por existir!

jueves, 25 de noviembre de 2010

vuelta al pueblo

...y volví a casa y lo puedo demostrar, porque el bebé Aranda y el bebé Cabello son ya dos personajillos increíbles convertidos en Unaï y Elena...


...porque Mamá Mariví vino a recogerme con el gran Darío y nos fuimos del aeropuerto a tomarnos un té con churros...


...porque la bebé Luna ya camina y mira muy curiosa a su tito el calvorota...


...y porque los novios ya no son novios sino que son marido y mujer, y nos regalaron un bodorrio inolvidable, ¡vivan los novios!...


...y mañana sigo viaje camino de Sevilla, ¡allá voy!

jueves, 11 de noviembre de 2010

hora del sur

Si me gustó pasar solo las dos primeras semanas de este viaje a Bolivia, mucho más me ha gustado viajar acompañado de Mamé y Laura. Muchas gracias por todo, amigos. Anteayer los dejé en La Paz camino de Potosí, yo me dirigí a Santa Cruz, al hostal del tucán Simón que sigue queriéndose comer mi cuaderno y mi teclado. Mañana pongo rumbo de vuelta a España tras diez meses fuera.

Tiempo de retorno, tiempo de reflexión. Tenía 3 grandes objetivos antes de empezar este viaje: descansar y estar conmigo, ver cómo me iba conviviendo a tiempo completo con Ara, viajar y conocer el continente. Los 3 objetivos se han cumplido con creces: los primeros cuatro meses fueron de descanso absoluto e introspección; la vida junto a Ara se hace de colores, avanzo y aprendo a su lado, me ilusiona el futuro caminando de su mano, el amor crece sin parar y quiero seguir a su lado hasta el infinito; he conocido Argentina y Bolivia con cierta profundidad, además de pasar unos días en el sur de Chile y en Uruguay, me voy más que satisfecho de este primer viaje al sur de América, la próxima vez habrá que empezar en México y llegar hasta Venezuela atravesando todo Centroamérica.

Además, a nivel profesional he alcanzado el súmmum que siempre había soñado. Muchos años de ilusiones, esfuerzos, caminos, riesgos. Mucha tecla y mucha pantalla, muchas ganas de llegar a desligarme físicamente de una ubicación en concreto y poder mudarme a mi antojo por el mundo con la sola necesidad de mi PC, una conexión a internet y un lugar tranquilo donde concentrarme. Cuando acabe el 2010 habré trabajado 9 meses, los otros 3 han sido íntegros de vacaciones. Virgencita, virgencita, que me quede como estoy, ya no aspiro a seguir creciendo profesionalmente, ahora toca recoger. Nada de esto hubiera sido posible sin el apoyo y la compañía del hermano Paco, compañero de sueños y de fatigas.

Hora del Sur no se acaba aquí, esto empezó sin saber muy bien para qué y el blog en sí mismo ha ido cobrando vida y siendo un compañero más del viaje, un viaje que todavía no ha acabado ya que no sé qué va a pasar en los próximos meses. Por ahora no tengo casa, mis cosas seguirán repartidas en casa de los amigos y el bloque de los maestros será mi próxima oficina, al menos hasta después de navidades.

Gracias a todxs lxs que habéis pasado por aquí, especialmente a quienes habéis comentado con regularidad, ya que cada comentario me hacía sentir acompañado, gracias Fons, Kris, Sara, María, Ara, Mónica... Y gracias a Andrés que aunque nunca haya comentado, sé que ha estado ahí siempre apoyando con ilusión y haciendo el trabajo sucio de imprimir cada post y pasárselo a mi madre. ¡Mami, el lunes estoy allí!

¡Muchos besos y mucho power!

lunes, 8 de noviembre de 2010

Coroico

Me siento ante el ordenador en La Paz y leo con dolor en el periódico que El Aaiún está ardiendo y que Marruecos está reprimiendo duramente a la población saharaui. El Sáhara Occidental estuvo ocupado por España durante 40 años y luego fue abandonado a su suerte en manos de Marruecos. Si es condenable por imperialista y criminal la política de Marruecos, es patética y vergonzosa la actitud de los sucesivos gobiernos españoles y la pasividad del actual, que han jugado políticamente con la suerte de cientos de miles de personas, aquellas que ahora vuelven a ser duramente reprimidas por la dictadura islámica amiga de occidente. Distintas varas de medir la suerte de los pueblos del mundo, los saharauis siempre aplastados con la complicidad activa de nuestro gobierno que podría hacer mucho para ayudar a miles de personas.

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Hemos vuelto hoy a La Paz después de cuatro noches en Coroico, lugar donde se acabó el viaje y empezaron las vacaciones. Al fin y al cabo viajar también cansa y mis compis, el Nene y la Nena, llevaban a sus espaldas más de 8.000 km en cinco semanas, así que en Coroico paramos en un hotelito encantador situado a las faldas de la montaña, con vistas al infinito, y nos dedicamos a descansar durante cuatro días.

Para llegar a Coroico nos decidimos a bajar en bici por la famosa Carretera de la Muerte. Estuvimos a punto de no hacerlo porque es muy guiri y porque valía sus 30 euritos, y sin embargo ha sido una de las mejores experiencias de este viaje. Se trata de una antigua carretera que hasta hace 3 años era usada por el tráfico normal de coches, camiones y buses. Una puta locura. Es una carril de tierra y piedras labrado en la roca, una carretera sinuosa, muy estrecha, llena de curvas cerradas que asoman a un precipicio de unos 800 metros. Una locura para hacerlo con trafico fluido, un gustazo para hacerlo en bici. Ascendimos hasta 4.700 metros en furgoneta y a partir de ahí bajamos unos 20 minutos por la nueva carretera asfaltada y luego unas 3 horas por la famosa carretera hasta llegar a los mil y poco metros de Coroico. Vistas maravillosas, verde increíble a partir de cierta altura, bosque selvático, cóndores, velocidad cuando se podía, una gran experiencia al lado del amigo Mamé.

Llegamos a Coroico que es un pueblito tranquilo en mitad de los enormes montes boscosos, zona de cocaleros y de agricultores, además de un pueblo turístico importante que queda de paso a la zona de selva del este de Bolivia. El paisaje se denomina 'yungas' y es una zona preselvática. Nos pillamos un hotelito maravilloso con una terraza espectacular y con piscina, todo por 6 euritos cada uno, donde descansamos de lo lindo dedicándonos a jugar al Boggle, comer, beber, pasear y charlar con quien nos encontrábamos. ¡Y teníamos a una pareja de cóndores anidando en el árbol de al lado!

La primera noche coincidió con el día de todos los santos y estuvimos de fiesta en las puertas del cementerio. Ellos piensan que esa noche vienen los muertos de visita, así que a las puertas del cementerio montan una especie de romería, llenan todo de casetas y se dedican a beber y comer como locos. Allí estuvimos hasta altas horas de la madrugada bebiendo y charlando con todo el mundo, en un ambiente que cada vez se iba poniendo más decadente, pero que no dejaba de ser totalmente genuino. Aguantamos el embite y encontramos el camino de regreso a casa.

También hicimos una caminata de varias horas hasta llegar al río que baña el valle, alucinando con todo tipo de vegetación y aves de todos colores, hasta llegar a unas pozas hermosas en las que nos bañamos y retomamos fuerza. Nada más pisar el río me caí con toda la ropa y la mochila al agua, todo empapado bajo la risa de mis compis, risa que fue vengada luego cuando yo descansaba en una roca y veo llegar a toda una familia boliviana justo hasta el lugar donde el Nene y la Nena tenían la ropa, que no tuvieron más remedio que salir del agua en peloticas bajo un clima de risa de toda la familia que les señalaban con el dedo.

¡Seguiremos informando que me están esperando mis compis para cenar!

miércoles, 3 de noviembre de 2010

La Paz y el Lago Titicaca


La enorme ciudad de La Paz nos mostró sus muchas caras en los tres días que pasamos aquí. Una ciudad-mercado, un centro enorme lleno de todo tipo de gentes vendiendo y comprando de todo, rascacielos mezclados con barrios muy humildes.

Subimos hasta la parte más alta de la ladera, a la población de El Alto que ahora está integrada con La Paz, y bajamos andando haciendo un inmenso esfuerzo por esas cuestas empinadísimas. Recorrimos el inmenso centro en sábado, vimos muchas bodas, novios paseando detrás de los fotógrafos, nos colamos en un colegio que celebraba un día de bailes regionales, recorrimos y exploramos y acabamos la noche en una garito de adolescentes bailando a Metallica hasta el fin de nuestras fuerzas.


Nos mudamos al mítico lago Titicaca, cuna de civilizaciones milenarias, luego conquistado por los Incas y luego por los europeos. Mis dos compis empezaron a sufrir del estómago así que hemos descansado al borde de ese lago que parece un mar, disfrutando del calorcito primaveral y comiendo truchas cuando los estómagos han mejorado. Ahora estamos de nuevo en La Paz y mañana vamos a la zona selvática, a ver si le damos de comer a los mosquitos. Vamos a intentar bajar en bici desde los 3.700 metros de La Paz hasta los muy pocos de Coroico, atravesando la famosa Carretera de la Muerte. (mami no te preocupes, está todo organizado y vamos a hacer el guiri con super equipos preparados :-)

¡Colgaremos nuevas fotos desde los Yungas si encontramos interné!

sábado, 30 de octubre de 2010

Potosí y La Paz

Cuando un español entra en Potosí, por mucho que condene las atrocidades imperialistas de la aristocracia española de los siglos XVI, XVII y XVIII, no puede sino entrar con la cabeza gacha.

Potosí inscribe su nombre en el mundo debido a su Cerro Rico (Sumaq Urqu en Qechua), un monte que tuvo las vetas de plata más importante del mundo. Los españoles empezaron a explotarlo en 1545 y aún hoy la minería sigue siendo una de las actividades económicas más importantes de la ciudad. Los españoles esclavizaron a los indígenas (se calcula que murieron unos 15.000 en las minas) y cuando estos faltaron, comenzaron a traer a esclavos de África hasta que se agotaron las principales vetas de plata.

En el siglo XVII, Potosí era una de las principales ciudades del mundo y contaba con unos 200.000 habitantes, bastante más que Sevilla, Londres o París. Hoy en día es Patrimonio de la Humanidad y cuenta con numerosas casas e iglesias coloniales que la dotan de una singular belleza. Además está a 4.000 metros de altura, cuesta bastante pasear por sus calles en cuesta, en medio de sus mercados abarrotados.

Encontré un albergue de mochileros lleno de extranjeros, y tras el tiempo en solitario y sabiendo que pronto encontraría a Mamé y Laura, pasé unos días más extrovertidos y me fui juntando con distintos viajeros para ver la ciudad. Es increíble el número de personas que viajan solas, que se pasan de 2 a 6 meses dando vueltas por el continente. Es algo que anima al más miedoso. Potosí pasó por tanto rápido, entre charlas y cervezas. Decidí visitar las minas por dentro, uno de los atractivos turísticos de la ciudad, aunque no estaba muy convencido. Di con una empresa turística formada por exmineros, y después de mucho charlar y escuchar su historia, les ayudé a montar un blog. Son seis socios: cuatro exmineros en torno a los 30 años y dos mineros, que empezaron hace dos meses la aventura de intentar montar su propio negocio turístico. Evidentemente andan muy perdidos y no cuentan con muchos conocimientos en internet, me cayeron bien y me pasé una mañana con ellos ayudándoles a diseñar su blog, lo podéis visitar pinchando aquí.

La visita a las minas fue algo que me es imposible describir, todavía no lo he asimilado. Ir a ver cómo trabajan los mineros no me parece éticamente aceptable, por mucho que se beneficien en parte de las visitas. Estuvimos casi un par de horas dentro de una mina, un calor horrible, nos íbamos cruzando a mineros empapados en sudor tirando a mano de vagones de dos toneladas de minerales por túneles por los que hay que ir agachados, trabajando como burros a temperaturas imposibles por un sueldo miserable.

Al día siguiente me monté de nuevo en un bus y en 6 horas estaba en Uyuni, donde Mamé y Laura habían llegado dos días antes y nos veríamos cuando ellos volvieran de ver al salar. Mi alegría era enorme sabiendo que ya había llegado el momento de continuar acompañado. Las dos horas que pasé esperando en Uyuni, las pasé saludando a gente. El viaje nos va llevando a todos por las mismas rutas, y después de 10 días viajando, se fue juntando en Uyuni un montón de gente conocida con la que compartir trucos y futuras rutas.

Por fin llegaron Mamé y Laura y tras las alegrías y abrazos, fuimos a un bar a contarnos la vida hasta que esperábamos el tren nocturno. Tras unas cuantas horas bebiendo cervezas y poniéndonos al día, nos montamos en un tren nocturno que nos dejó al amanecer en Oruro, ciudad que decidimos no visitar, nos montamos directamente en un bus que nos dejó a mediodía en La Paz.

Parece increíble que llevemos dos días ya en La Paz, una de las capitales más importante de América, una ciudad viva y hormigueante que se asienta en un valle muy abrupto, con casas por todas partes, devorando las colinas. Ya describiré mejor La Paz en otra entrada, que la ciudad espera ahí fuera y ya le he dedicado suficiente tiempo al internet. Mañana empezaremos a acercarnos al lago Tiquicaca y quizá después vayamos hacia la selva, o quizá entremos en Perú y nos acerquemos a Cuzco. Seguiremos informando, ¡gracias por estar ahí!

PD: y ya volvemos a tener de todo después de diez días sin guía, sin móvil y sin cámara... ¡qué bien sientan los amigos!

sábado, 23 de octubre de 2010

Sucre

Al caminar por Sucre se siente tranquilidad, belleza, seguridad. Es una hermosa ciudad colonial, muy bien conservada (es Patrimonio de la Humanidad), en la que transcurre el tiempo con una sonrisa, mecido por una primavera calurosa que tiene en flor los enormes árboles de las muchas plazas, los cuidadísimos jardines que aparecen por toda la ciudad, cuidados con esmero por señoras con trajes tradicionales y coletas que miman las plantas.

El boliviano parece un pueblo tranquilo, habla flojo, le gusta comer, sonríe. Estoy en una casa de familia y la hija es profesora de español, el jueves acabé cenando con varios profesores de ELE, gente que escucha, mira a los ojos, pregunta sobre tí. A los cubanos o a los argentinos les gusta más hablar de ellos que saber de los demás.

La ciudad está llena de estudiantes, vendedores ambulantes, puestos de comida callejera, gentes ocupadas en sus gestiones, pero sin correr. Los mercados son mis museos, me paso el día recorriéndolos. Además de las frutas y hortalizas de todos los colores, hay comedores comunes con muchas señoras cocinando en grandes ollas, cada una su especialidad, donde la gente come muy barata comida casera. A partir de las 12 empiezan a comer y las mesas se llenan de trabajadores haciendo su pausa, compartiendo las mesas comunales.

Hay gente muy pobre, viejas muy mayores vendiendo su mercancía, niños trabajando en los puestos, miradas perdidas en el infinito, sonrisas sinceras en las conversaciones. Sucre tiene magia, estamos a 2.800 metros de altura, las casas matas pueblan los 7 cerros de esta ciudad llena de historia donde se iniciaron los primeros movimientos de independencia de todo el continente. Un lugar que parece que vive bien el desarrollo del mundo moderno y la perduración de las costumbres.

Paseo por la noche y es aún más sorprendente que el día. Viernes al caer el sol y un cartel del que no miro la fecha indica un concierto al aire libre que ya fue. No sé donde estoy, pregunto por un bus y dos jóvenes me invitan a compartir un taxi con ellas. No tienen miedo, sonríen. Llegamos a un parque tipo alameda, no hay concierto pero esta todo tomado por la gente. Se escucha música folclórica y me indican que son universitarios ensayando para algún tipo de festival. Multitud de grupos de chavales vestidos a la moda: ellos gorras y vaqueros, ellas camisas y pantalones ajustados. Bailan en grupos música folclórica muy parecida a la que he aprendido en Argentina: chacareras, sambas,... Ninguna cerveza, ningún porro, los chavales están al aire libre, bailan, charlan, flirtean. Se les ve felices.

Sigo caminando y llego a una fuente enorme con un show de agua, música y colores. Familias en los bancos comiendo palomitas, niños jugando a diestro y siniestro. Pasan dos chavales con bicis y cascos último modelo, saltando las escaleras y haciendo piruetas en los bancos. Un poco más allá hay tres pistas de tenis de tierra batida y un grupo grande de chicos y chicas entrenando. Recuerdo mis clases de tenis en la Junta del Puerto de Melilla con 7 u 8 años. Son las nueve y es noche cerrada desde hace un par de horas. Por el día iba en camiseta, ahora llevo el abrigo puesto.

Presidiendo la alameda un palacio histórico sede de la antigua administración judicial del Virreinato del Perú. Camino hacia el centro de la ciudad y escucho una charanga de trompetas y tambores. Me acerco y hay una multitud de jóvenes universitarios disfrazados, bailando y recorriendo las calles, derrochando alegría. Son de la facultad de Sociología y es su día de fiesta, los de Sociología siempre se lo han montado bien, en Granada también. Paran la circulación y ningún coche pita. Los sigo un buen rato hasta que llego a una zona concurrida llena de vendedores ambulantes y de puestos de comida. Gente por todas partes, los bolivianos siguen comiendo, charlando, caminando. Los vendedores deben ser gente más de campo, llevan ropas tradicionales, sobre todo ellas, independientemente de la edad: chancletas, faldas, rebecas, delantales a cuadro, trenzas larguísimas, gorros.

La calle es de la gente. Es una ciudad grande y la sensación es de seguridad total. No se ve apenas policía, solo algún guardia de tráfico. La calle es del pueblo. La calle es de todos.

martes, 19 de octubre de 2010

Santa Cruz - toma 2

El domingo la ciudad estaba cerrada, el tiempo empeoró, bajó la temperatura y llovió al caer el sol.

Santa Cruz es la capital del oriente, la zona más rica, el territorio de la oligarquía boliviana. Hasta ahora, Melilla era la ciudad con más 4x4 a la vista que conocía, yo no, esta ciudad está repleta de todoterrenos caros y último modelo. También está llena de gente muy pobre que se gana la vida vendiendo productos básicos por la calle.

Arquitectónicamente está dividida en cuadras, con hermosas casas matas cuyos tejados caen hasta la calle dejando soportales con columnas de piedra o madera que engalonan la ciudad. Además, está dividida en anillos concéntricos que delimitan las distintas zonas de la ciudad. El primer anillo es el centro comercial y financiero. Tiene un mercado callejero espectacular, calles y calles llenas de tiendas en los edificios y de vendedores ambulantes, brutal, Estambul se queda muy chiquito al lado de la inmensidad de este genial mercado. El segundo anillo está formado por casas residenciales de la clase acomodada. Supongo que a partir del tercer anillo están los barrios populares, pero no me he adentrado tanto.

Bolivia es una de las regiones del continente donde antes se establecieron los conquistadores españoles, masacrando a la población autóctona y sometiéndola social y económicamente a un largo invierno de más de cuatro siglos. En esta ciudad los blancos van en todo terreno, los indígenas en bus.

Hace 4 años que la población indígena consiguió volver al poder de la mano del MAS, el partido que lidera Evo Morales. El día que llegué había una huelga de hambre de un grupo de periodistas por una ley contra el racismo que pudiera atentar contra la libertad de expresión. Mañana parto a Sucre, capital constitucional del país, ya en zona andina y de mayor predominio indígena, seguiremos preguntando. Dicen que Sucre es la ciudad más bonita del país, ¡allá voy!

PD: Me he venido sin cámara, cuando llegue Mamé colgaré fotos de los sitios que vayamos visitando, pero entre tanto, mientras ayer el tucán que se pasea por la pensión intentaba comerse el separa páginas de mi libreta, le pedí a un vecino que le echara una foto. El tucán era muy simpático al principio, pero desde que intenta arrancarme las teclas del PC ya no me cae tan bien...

domingo, 17 de octubre de 2010

Santa Cruz - llegada

Al bajar del avión cambié -esta vez sí- de continente. Ushuaia forma parte de mi concepción del mundo europeo y está en las antípodas de la primera impresión al pisar Bolivia.

Nada más bajar del avión, una bofetada de calor. Sudor pegajoso al caminar hacia la terminal, enseguida siento la picadura de un mosquito. Aeropuerto pequeño, policías sudorosos, control fronterizo rápido. Taxis a un lado, minibuses al otro. Me monto en uno junto a una abuelita andina y sonrío. Cuando uno viaja solo, la sonrisa es el mejor aliado que tiene.

Santa Cruz es una ciudad de un millón y medio de habitantes y, junto a La Paz, el motor económico de Bolivia. Tiene poca altura, está cerca de Brasil y es mi tarjeta de presentación al país. He decidido venir sin guía de viajes, reservé una pensión por internet y me dejaré llevar. Tengo entre una semana y diez días para llegar a Potosí y encontrarme con Mamé y Laura.

Me bajo del minibus y agarro un taxi hasta la pensión, cerca de la plaza central. El cansancio de una noche de lectura y cafés en el aeropuerto me pide cama, pero salgo antes a inspeccionar la zona bajo un sol tiránico y como algo en un bar de comida brasileira.

Ducha, siesta, ventilador y salgo de nuevo cuando ya ha caído el sol. Sábado a la noche, las familias pasean por las calles, se siente alegría y paz. Paseo en chancletas y camiseta por primera vez en meses. Vendedores ambulantes de zumos naturales, parejas en los bancos con enormes helados, salas de videojuegos llenas de adolescentes, músicos callejeros, una exposición de esculturas de maderas en una plaza, un grupo de chavales con ropas anchas bailando breakdance, niños jugando en los parques infantiles, mujeres voluptuosas con generosos escotes que dejan muy lejos la opacidad de los abrigados cuerpos patagónicos, un mes por delante para vivir y descubrir, descansar y escribir. Tarareo uno de mis temas preferidos del amigo Bosco, suenan las trompetas, 'otra vida, nueva vida, otro tiempo que llega y se estira'.

Me siento en un bar lleno de familias con niños ruidosos. Una fuente al fondo me trae el sonido de Granada, pido una cerveza y un sandwich de pollo, pregunto si se puede fumar, me traen un cenicero y unas cerillas de marca Paraná. Bolivia tiene un bonito color.

sábado, 16 de octubre de 2010

vamos, vamos, argentina...

Uno no viaja para ver lugares nuevos, que también, uno viaja para conocer personas y culturas, que es lo que hace que la vida sea una aventura maravillosa.

El incomparable paisaje de Ushuaia, su bahía acogedora, sus montes nevados, sus bosques mágicos, sus amaneceres rojizos, su luz única, no son nada en comparación con el calor y el amor que he recibido por parte de gente que hace tan solo ocho meses no conocía de nada y que ahora llevo conmigo.

Ushuaia queda ya atrás, Argentina queda ya atrás, escribo esto desde una pensión de Bolivia, unos treinta grados de temperatura, el ventilador de techo haciendo lo que puede, ¡un tucán pasea entre las mesas!

Un país lo hacen sus gentes, y en ocho meses en Argentina, con unos miles de kilómetros recorridos, solo me he econtrado a gente extraordinaria. No solo no he tenido ni un problema, sino que todo ha sido ayuda desinteresada y buenas caras. Desconocidos y conocidos, todos han actuado en positivo y dejan en mí un gusto de país adoptivo.


Supongo que un argentino debe encontrar más choques culturales al vivir en España, en Andalucía al menos, de los que un español se encuentra al vivir en Argentina. Un país jóven y dinámico, enorme, dispar, moderno, vertebrado por un sentimiento de patria sorprendente. Un caracter algo derrotista sobre la situación del país, sobre sus políticos y sus crisis recurrentes cada diez años, sobre su propia identidad dentro del continente. Un país dividido en dos a nivel político, como casi todos los que conozco, con un gobierno de izquierdas, el de los Kirchner, que a pesar de los muchos errores y tejemanejes que tenga, ha conseguido reflotar un país del que muchos salían corriendo hace diez años y que ahora es uno de los que fijan el rumbo ascendente del continente en la geopolítica mundial. Un gobierno que le ha dado voz a las clases más populares y que se ha enfrentado a la oligarquía tradicional, con desiguales resultados. Un país hermoso, un país vivo, un país en mi corazón.


Sigue el camino, me llevo muchos nombres en el corazón y miro hacia delante. La familia y los amigos de siempre me acompañan. Los nuevos amigos también. Una semana por delante viajando solo para descubrir y redescubrirme. Mamé y Laura a la vuelta de la esquina en Potosí. Toda mi gente de España uno poco más allá, con unas ganas locas de llegar y abrazarlos a todos. Y Ara, compañera del camino, en el corazón, siempre junto a mí aunque esté ahora a miles de kilómetros de distancia.

miércoles, 13 de octubre de 2010

anchoas melilla


Hace unos meses, de compras por el Carrefour de Ushuaia, que hasta aquí llegan los tentáculos de la multinacional francesa, me encontré con las anchoas de la foto. Si hay algún alimento que no soporto al tacto, al olor y al sabor, son las anchoas. Evidentemente, al ver las anchoas Melilla, tuve que comprarlas (dice Ara que estaban ricas). Me prometí entonces que la foto ilustraría una entrada sobre las similitudes entre Ushuaia y Melilla, que son muchas, como saben mis amigxs de aquí que ya se ríen cuando digo 'igualito que en Melilla'... Ese texto llegará, que el viernes vuelo a Bolivia y las prisas ya no me dejan centrarme en escribir, pero la foto había que colgarla ahora que ya tengo a Melilla a un mes vista. No he investigado, pero no es difícil imaginar la historia de alguna familia melillense o ceutí que llegara en los años cuarenta y pusiera su pequeño negocio de conservas.

sábado, 9 de octubre de 2010

siguen el camino

Llegaron Mamé y Laura en un día soleado y pudimos pasear por Ushuaia mientras nos poníamos al día y comprobábamos una vez más lo elástico del tiempo, una dimensión que se hace añicos y convierte en una línea contigua los momentos que pasas con un amigo. Llegaron a la hora de comer así que empezamos en el sitio de los choripanes y luego paseamos por el puerto y por el río Pipo para acabar en el Ramos Generales tomando unos mates antes de irnos a casa a dar cuenta del jamoncito que habían traído acompañado de esos maravillosos vinos argentinos.

Mamé lleva ya tantos años a mi lado que forma parte de mi familia. Ha sido parte implicada y vector de transformación durante toda mi vida de adulto. Ha sido ejemplo, guía, compañero. Es divertido, inteligente, lúcido, independiente, ácrata, soñador... tiene muchas cualidades, pero por encima de todas las cosas, es bueno. Es una gran persona y es mi amigo. Y me ha encantado tenerlo de nuevo aquí, nos ha encantado recibirlo acompañado de Laura, su nueva compañera con la que ahora debe andar por algún lugar de la Patagonia.

Estuvieron aquí una semana y aprovechamos para conocer partes de la isla que aún no habíamos visitado Ara y yo. El segundo día estuvimos en el Parque Nacional de ruta estándar. El tiempo no acompañaba demasiado, pero la belleza del paraje nos animaba a caminar.

El tercer día alquilamos un coche y recorrimos una centena de kilómetros con la amiga Juli para llegar a la estancia Haberton, uno de los lugares míticos de Tierra del Fuego, el lugar al que se trasladó Thomas Bridge con su familia en 1886 tras renunciar a la misión anglicana por la que se convirtió en el primer poblador occidental de Ushuaia. Los Bridge intentaron proteger a los yámana, desde su perspectiva misionera, de la aniquilación imparable a la que les llevó la llegada del hombre blanco a estas tierras. Thomas Bridge escribió un diccionario Yámana.
Su hijo, Lucas Bridge, consiguió que se publicara y además publicó un libro que me han recomendado efusivamente y que todavía no he leído, El último confín de la tierra, en la que cuenta su infancia junto a los yámana. En el camino disfrutamos de unos hermosísimos paisajes y de los famosos árboles banderas que se modulan por acción del viento.

El cuarto día estuvimos haciendo esquí de fondo a pesar de que ya no quedaba mucha nieve y Laura pudo disfrutar de una pequeña nevada que todavía no había visto. Pero la primavera ya está instalada y llueve más que nieva. Después del esquí fuimos a visitar la laguna Escondida, cerca del lago Fagnano, un lago que ocupa gran parte de la isla. Un lugar ídilico si apretara algo más el solecito, con unas cabañas de madera y un bar al borde de la laguna que están cerrados por problemas administrativos. Una lástima porque un café resguardados del frío hubiera sido espectacular.

Llegó el lunes y Ara y yo volvimos a nuestros quehaceres laborales y la pareja de turistas siguió subiendo y bajando a la ciudad disfrutando de sus enormes vacaciones y pensando en la inmensidad patagónica. Pasaron un día por las escuelas de Ara y Laura estuvo enseñando a bailar flamenco a varios grupos de alumnos que lo pasaron bomba. Otro día visitamos una estupenda exposición de Mafalda. Mamé, como buen trabajador de vacaciones, inició un proceso febril y la feliz pareja se fue un miércoles de madrugada rumbo norte con un catarro importante. Laura y él andan ahora disfrutando del país mientras van remontando el continente hasta que lleguen a Potosí, donde los veré en un par de semanas. ¡Disfrutad del viaje!

martes, 5 de octubre de 2010

están


...llegará ese nuevo post pronto, por ahora he aquí la prueba de que Mamé anda por tierras fueguinas... oeeeeeee...

martes, 28 de septiembre de 2010

traductor en huelga

Una Huelga General es un acontecimiento de extrema importancia en la vida de un país y puede tener muchas lecturas. Se puede hacer huelga para mostrar tu desacuerdo con el gobierno, con el sistema, con una ley, con las empresas, con los jefes, con el estado de la cuestión… Todos son motivos válidos y suficientes que yo apoyo. Pero yo no hago huelga por eso.

Yo me pongo en huelga para saber empíricamente que si los trabajadores paramos, aquí no gana un duro ni dios. Ni nosotros, ni ellos. Yo hago huelga porque si hoy se queda en casa suficiente gente, si se paraliza la actividad industrial y mercantil del país, todos los trabajadores podremos ver con nuestros ojos que el sistema funciona porque nosotros funcionamos. Y que tenemos poder de decisión. Si hacemos ruido o si lo dejamos de hacer, desde arriba están atentos.

Los trabajadores que ven con buenos ojos la lógica neoliberal irán a trabajar, ellos seguro que nunca se quejan. Los pusilámines que tengan miedo a las represalias irán a trabajar, solo saben quejarse. El resto, haremos bien en no trabajar y no comprar nada hoy, así veremos la fuerza que tiene la clase trabajadora, esa que dicen que ya no existe.

Pego varios enlaces relacionados con la huelga:

Aquí una declaración firmada por muchos sindicatos pequeños.

Aquí el periódico de la CGT.

Aquí un artículo de Vincenç Navarro publicado en Público.

Aquí un artículo de Almudena Grandes publicado en El País.

Aquí un artículo de Juan Manuel Aragües leído en el blog de la editorial Icaria.

Aquí un análisis sobre la Reforma Laboral hecho por Diagonal.

domingo, 26 de septiembre de 2010

nuevos rumbos

Todo lo que empieza, acaba. Todo viaje llega a su fin. Ushuaia ha sido una mezcla de viajar y de estar. Vivir durante varios meses en un lugar que no es el tuyo está a medio camino entre el viaje y el hogar, incluso para los que somos más nómades que sedentarios. Los hogares son los viajes. Se deshacen y reaparecen de nuevo, los hogares.

Ya queda poco para emprender el camino de nuevo y no puedo dejar de mirar este hogar con ojos fotográficos, quiero mantener sus rincones y sus sensaciones para abrigarme en sus imágenes cuando tenga frío. La cámara ayuda a retener imágenes, no hay duda, por eso este sábado he fotografiado detalles de casa: la guitarra que tanto me ha acompañado, la cama con las mejores vistas del mundo, el florido cubo de basura o la compostera casera de Ara.

Hay quien tiene perros o gatos, Ara suele preferir las lombrices como animales de compañía. Son más útiles y menos lameculos. Las lombrices van a su aire, están felices escarbando en la tierra comiéndose los restos orgánicos que les vas echando y transformándolos en tierra fértil. Convertir los residuos en algo útil hace feliz a Ara. Yo, que los gusanitos y sus olores me dan más bien asquito, al final me encariño de las composteras, que se pasan el día a mi lado mientras traduzco, y acabo echándoles fotos y deseándoles a las lombrices feliz camino.

Todo acaba y esta semana llega mi amigo Mamé y su compañera, lo que indica el principio de un nuevo viaje. El plan en un principio era estar en Ushuaia y luego viajar por el continente y hacer parte del viaje con Mamé. Pero es sabido que los planes solo están para cambiarlos. Ara se ha enganchado totalmente con el proyecto de las escuelitas experimentales y se queda a acabar el curso hasta diciembre. Mamé, mientras, se ha enamorado y viene acompañado de Laura. Así que Mamé y Laura llegarán está semana, pasarán unos días aquí, disfrutaremos de lo lindo enseñándoles nuestro pueblecito del sur del sur, y luego continuarán viaje hasta el norte. El 17 de octubre yo vuelo hacia Bolivia y allí me encontraré con ellos. Pasaremos los 3 un mes de viaje y a mitad de noviembre me vuelvo a España. Se casa mi amigo Raúl, que es más que mi amigo, es mi hermano pequeño, así que no puede haber mejor motivo para volver a casa de mamá Mariví, al hogar de los hogares.

Se queda aquí la amiga Ara, que no me hace falta fotografiarla para llevarla conmigo, es lo que tiene el amor. Es triste separase un par de meses de la persona que amas, pero también es enriquecedor y un reto para el individuo y para la pareja. Frente a la tristeza de la separación, gana la alegría de las nuevas vivencias que se tendrán por separado, de las vivencias acumuladas que empezarás a compartir a partir del día en que te vuelvas a ver y compartir sonrisas y abrazos, proyectos y hogares como este.

viernes, 17 de septiembre de 2010

Bibliotecas. Oda y adiós.

Mi primer recuerdo de una biblioteca supera con creces en entusiasmo a la primera vez que pisé el Camp Nou, y aseguro que cuando Alfonso Fons me invitó a ese campo mítico, siendo ya mayorcitos y habiendo compartido muchos años de afición blaugrana, sentí una embriaguez alarmante.

La biblioteca municipal de la Part-Dieu de Lyon no me impresionó por la calidad de su fondo de archivo -en 1986 yo sólo tenía diez añitos y no hablaba ni una palabra de francés- sino por su enormidad, sus grandes ventanales, sus numerosas plantas, sus infinitos libros, revistas… ¡cómics, discos, vídeos… incluso televisores para ver las películas! Qué no ocurriría por la mente de un niño que pasa directamente de la biblioteca de un colegio de pueblo a pasear por ese inabarcable parque temático de la cultura. Además, esa biblioteca abierta, luminosa, llena de vida, estaba situada al final de un centro comercial grandioso, colorido, infinito. Uno no dejaba de maravillarse de que hubiera tantas tiendas juntas, tan divertidas, cuando al final de ese circo llegaba de la mano de sus padres a la ciudad de los libros.

Desde entonces, lo primero que hago al instalarme en una ciudad nueva es sacarme el carné de una o varias bibliotecas, aunque no siempre las visite luego. A mi primera biblioteca nunca he vuelto, es la del colegio León Solá de Melilla, del que mi padre, Luis España, maestro, era director en la época. No pocos sábados o domingos tenía que aligerar trabajo y me llevaba a su colegio, un lugar enorme que yo sólo conocía cuando no había clases. Bajábamos del coche, yo saludaba tímidamente al conserje y mi padre me solía dejar en la biblioteca mientras trabajaba en su despacho. Allí leí todos los Tintin y todos los Asterix, allí mataba el tiempo mirando los lomos de los libros o maltratando una vieja máquina de escribir que había al fondo, junto a la ventana, pulsando incesantemente las teclas para escuchar su ruido. Me encantaba estar en esa biblioteca y deambular por los pasillos vacíos de un colegio que sólo conocía cuando estaba vacío, era mi castillo.

Todavía en Melilla, me aficioné a leer por culpa de mi hermano que conseguía que nuestro yayo, Manuel España, tendero, le trajera todas las semanas el Don Miki y así pasásemos horas con el Tio Gilito, Chip y Chop, los Apandadores, Patomás, los Jóvenes Castores,... Así me aficioné a leer, con los Don Miki, los TBO, los Super Húmor. Pero cuando realmente me mordió la literatura, dejándome un virus que ya siempre seguiría conmigo, fue ese año de 1986 en que nos trasladamos a Lyon y conocí su biblioteca. Durante los primeros meses de nuestra estancia no teníamos televisor y pasamos muchas horas jugando o leyendo los cuatro en el salón. Mi yayo, igual que antes hiciera con el Don Miki para sus nietos, ahora le mandaba a su hijo El País una vez por semana, rigurosamente, y así seguían mis padres informados de los asuntos de España. Mis recuerdos dicen que en uno de esos envíos llegaron libros, entre ellos La Historia Interminable de Michael Ende. Esa debió ser la primera vez que tuve un orgasmo, un dilatado orgasmo intelectual mientras leía las historias de Bastián en el reino de Fantasia, en esa edición de Alfaguara a dos colores. Gracias a Michael Ende –y luego aprendí que gracias, en gran parte, a Miguel Sáenz, su excelente traductor– empecé una relación con la literatura que, con sus más y sus menos, sigue madurando. Desde entonces siempre busco La Historia Interminable en una biblioteca nueva, si está, me saco el carné.

Melilla tuvo después una más que digna biblioteca, Circleville carecía de ella, Granada las tenía de todos los colores, la de Berck era escolar, en Córdoba pasé tantas horas en su biblioteca municipal como en los bares, en Madrid ganaron de calle los bares, y en Sevilla, con una más que agradable biblioteca municipal y algunas pequeñas bibliotecas de barrio, me quedé con los carnés y las primeras visitas y salieron ganando los bares y las librerías en las que fui engordando mis estanterías.

Este año en Ushuaia he vuelto a pasar muchas horas en la modesta Biblioteca Popular Sarmiento, con un espacio muy limitado pero con grandes maravillas en su haber. Y en su honor y en la de todas las bibliotecas escribo esto. Y lo escribo como despedida, porque dejo los libros y me paso al mundo moderno. Hace un tiempo unos amigos me enseñaron un genial invento fruto de la más avanzada tecnología. Adiós bibliotecas, hasta aquí hemos llegado, os abandono por este tremendo invento: